miércoles, 10 de septiembre de 2014

Forastero: La ciudad ensimismada

De tierras lejanas de las cuales sólo algunos sabios ancianos tenían conocimiento, procedía un solitario forastero que recorría los caminos de la tierra sin rumbo fijo. Era un hombre misterioso de fachada inquebrantable. Cargaba un instrumento musical con el cual ejecutaba hermosas melodías, llevando así sonrisas a todo lugar al que iba.

En una de sus aventuras, el viento lo llevó hasta una ciudad perdida en las penumbras, y guiado por la curiosidad de conocer lo que en aquel glacial lugar ocurría, se adentró en sus calles, empedradas de grises pavimentos y las lúgubres expresiones de sus aldeanos. Nadie parecía prestarle atención al extranjero. 
El joven sentía unos intensos deseos por conocer la razón del taciturno ambiente que allí se respiraba, y miraba en todas direcciones buscando algo que justificara la densa nostalgia que envolvía todo lo que la ciudad yacía. Inexplicablemente, de un momento a otro, el cielo unos minutos atrás nublado se despejó, y un sol increíblemente radiante apareció de la nada, a la par que los aldeanos cambiaron sus melancólicos rostros por brillantes y contagiosas sonrisas. Inmediatamente, todos estaban tan animados que iniciaron diversas actividades y ahora parecía una ciudad completamente distinta. El forastero no podía entender el repentino cambio. Siguió caminando hasta encontrarse a la entrada de un poderoso castillo, y se detuvo unos segundos a admirarlo. La construcción producía una sensación de fortaleza y a la vez fragilidad; sus ventanales estaban formados por vitrales de colores tan vivos que la retina no podía transformarlos todos en los nombres conocidos por el hombre. El joven, que admiraba detenidamente cada detalle, se percató de que los coloridos vitrales comenzaron a volverse lúgubres y la luz del sol cambió a una sombra tenebrosa. Miró al cielo y se dio cuenta de que las nubes oscuras habían vuelto, así como la pesadumbre en la expresión de las personas. Algo raro estaba pasando en esa ciudad, y tenía que averiguarlo. 




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