miércoles, 10 de septiembre de 2014

Muelas del Juicio

Desde hace un tiempo me siento más frustrada que nunca. Estoy tan estresada que me mareo, me dan taquicardias, me tiemblan las manos y tengo jaqueca. Todo este catálogo de síntomas sugestivos me hace sentir que mi espíritu ya no es tan fuerte como antes y el reflejo es el que mi cuerpo está desfalleciendo. Todo me cansa y todo me enloquece. Intento mantenerme serena pero tan sólo siento cómo mis emociones son las que me controlan a mi, y las ganas de acabar con todo se han hecho presentes en mi vida una vez más.
Estoy intentando buscar actividades que mantengan ocupada mi mente, y últimamente sólo escribo, escribo, escribo, porque además ya no sé a quién contarle cómo me siento, y además ni siquiera cómo carajos explicarlo. ¿Cómo vas y le dices a alguien, 'sí, me va de la mierda, sé que debo seguir adelante pero no tengo un pinche ánimo apenas para levantarme de la cama y abrir las cortinas'?. Años con cantidad de psicólogos y dos psiquiatras, antidepresivos, una experiencia mística espiritual, y de lo único que me estoy dando cuenta es de que probablemente mi vida sea así por el resto de ella. ¿Te imaginas? Tener que luchar con esta insoportable depresión, y de manera sobria además de todo. Hay días en que estoy tan contenta que siento que puedo comerme al mundo entero con mi belleza y entusiasmo, pero la mayoría no me quiero ni mirar al espejo; rezo cada noche y cada mañana para aprender a controlar este estado anímico. Y he de jactarme que, luego de llorar por las más estúpidas trivialidades y perdirle a Dios que pase la tormenta, algunas veces logro serenarme. Pero residen los temblores, la fiebre, la taquicardia, la respiración cortada al exhalar. ¿Lo has sentido alguna vez?
A veces pienso que quisiera poder hablar con alguien que no me reprochase las lágrimas como grifo de agua, las maldiciones, el injustificado dolor y mis exageradas vulnerabilidades. Me siento tan sola. En estos días tan insípidos y grises sólo me queda hablar con Dios, como bajo un paragüas de colores. Pero qué va, saber todo esto es mirar frente a mi el todavía inmenso trecho que me falta recorrer hasta llegar a mi recuperación, la cual, tal vez, nunca sea total.
Pero bueno, para este lienzo tan vacío, tengo mis acuarelas.
La próxima semana me van a sacar las muelas del juicio. Y tú sabes, eso no contribuye a mi ya de por sí paupérrimo estado mental, sobre todo por el tema de la anestesia... Cuatro inyecciones de un putazo. Me duele el estómago sólo de pensar en ello. Pero en fin, creo que al menos tendré un buen pretexto para quedarme en casa sin hacer nada por siete días, tal cómo quería, ¿verdad? Aunque tenga mucho pinche miedo. Sólo espero que pase pronto.

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